miércoles, 25 de julio de 2012

Va de un sueño


Todos íbamos a la playa por aquel entonces, pero ese año fue distinto, decidimos ir a la montaña.
Las primeras horas de autobús fueron agotadoras, por lo que mis ojos se cerraron de un sopetón.
Cuando desperté el autobús se había parado, todo el mundo estaba abajo almorzando, decidí continuar durmiendo...
Fue muy extraño, aun estando dormida, notaba como el sueño que estaba teniendo era de verdad. Un soplo de aire me despertó, miré a mi alrededor, me había quedado dormida encima de una rama de árbol, respiraba el olor fresco del monte... Pero, ¿qué hacía allí? ¡Era imposible que me hubiese quedado dormida encima de un tronco de árbol como por arte de magia! Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba experimentando un cruce de sueños, que me intentaban engañar para que pensara que era la realidad.
Mi sueño continuó su curso. Me levanté del tronco y me encaminé hacia el albergue (donde suponía que estábamos hospedados). Allí estaban todos mis compañeros. El albergue estaba situado al pie de un monte con la cumbre nevada y la entrada daba a una carretera secundaria donde no pasaban demasiados coches. En lo alto de la montaña había una pequeña cabaña, rodeada de numerosos pinos.
Los primeros días fueron medianamente normales dentro de lo que cabe, por eso mi sueño pasó directamente a la acción, a lo importante.
No sé que día fue (ya que en los sueños no tiene sentido el paso del tiempo, aunque se hace una pequeña distinción entre el día y la noche, en resumen, se pueden distinguir las horas del día), estábamos todos en el albergue, en la sala común, ya que estaba nevando.
A causa de la nevada, las conexiones y la luz se dificultaron, todas las luces se extinguieron, por suerte, el segurata del albergue tenía una linterna. Entre todos logramos encender unas cuantas velas. La nevada hizo que no se pudiese casi salir al exterior.
Me quedé encerrada en una habitación con una chimenea, con mis cuatro amigos. Entró alguien desconocido, con barba y unos rasgos extraños que le hacían ser raro para la vista, nos avisó: ''corréis peligro''. Nos asustamos un poco, pero nos anunció que existían unas pequeñas bolitas y resulta que eran unas bombas, cuanto más pequeñas eran más poder destructivo tenían.
Acto seguido, el desconocido se escabulló, y nosotros empezamos a registrar toda la habitación en busca de la munición, estaban detrás de un armario, las cogí y las metí con cuidado en una bolsa.
Cayó la noche, y los ruidos de las afueras del albergue comenzaron su aparición, helándonos la sangre y obligándonos a escondernos bajo la multitud de sábanas y mantas que cubrían nuestras camas, mientras, urdíamos un plan para tener todo bajo control y no sufrir ningún peligro.
Apagamos las luces, nos hicimos los dormidos. Una rama de un árbol cercano arañaba la ventana, emitiendo un desagradable chillido, le acompañó el sonido de unos pasos sobre el suelo de madera del pasillo. Estábamos preparados. La puerta cedió ligeramente, de las sombras del pasillo surgió un cuerpo fornido y otro a su lado más menguado, ambos entraron en la habitación. Los extraños encendieron unos candelabros que iluminaban con luz amarillenta la estancia.
El hombre corpulento le preguntó al otro: - Oye, ¿estás seguro de que está en esta habitación?
A lo que le respondió: - Si, tío, el jefe lo dejó bien claro, la habitación del fondo del pasillo de la derecha.
La respuesta pareció convencerle. Continuaron su búsqueda, hasta que oímos al hombre delgaducho reír a carcajadas, parecía que había encontrado lo que buscaba. Eric efectuó la 'señal' correspondiente para que todos nos levantáramos de la cama y apresáramos a los delincuentes, Jake y José lidiaron con el hombre corpulento y Ben, con el hombre delgaducho, mientras Eric y yo cogíamos lo necesario para atarles y amordazarles. Lo conseguimos aunque ofrecieron algo de resistencia. Les teníamos ya apresados y rebuscamos en los bolsillos de ambos, encontrando una pipa, nos miramos y pusimos todos la misma cara de extrañeza.
Mientras pensábamos para qué podía servir, el hombre corpulento hizo un pequeño movimiento, y de repente irrumpieron en la habitación unas personas vestidas enteramente de negro. Mis amigos y yo nos escondimos tras las camas.
Entonces dije a mis compañeros gritando: ¡¡Apartaos!!
Fue en ese momento cuando la adrenalina hizo mella en mi, y comencé a tirar las pequeñas bombas que iban dejando aturdidos a las personas de negro. Les dije: Corred, salid afuera, irán a buscar lo que quieren. Salí tras ellos, y cerré la puerta tras de mi.
Nos dispersamos alrededor del recibidor del albergue, para realizar la emboscada. Como preveía, salieron con cuidado e intentando no hacer ruido para poder percibir cualquier ápice de ruido y movimiento.
Cuando estaban lo suficientemente cerca de nosotros, lanzamos unas cuantas bolitas que explotaron al instante de tocarles los pies a aquellos extraños, todos cayeron rendidos, y, por el ruido que se produjo, los monitores salieron a ver que pasaba. Intentamos explicárselo a nuestro tutor, pero parecía no entender nada. Los demás monitores fueron a por cuerdas y ataron a los sospechosos.
Bajando desde la cabaña, se acercaba con patines una especie de sombra negra, que se volvía de color con la aproximación del individuo. Era el señor que nos avisó del peligro.
''Creo que tenéis algo que me pertenece.''-dijo mirándonos a los ojos a todos y cada uno de nosotros.
Le tendí la pipa, y le pregunté: ''¿por qué nosotros?''
El señor había desaparecido, nada más supimos de aquella historia.
El sueño comenzó a emborronarse y las voces se oían ya lejanas, desperté, angustiada.

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